domingo, 15 de mayo de 2011

EL MILAGRO DE PALOMARES

Según la revista "La aventura de la Historia" Nº29:


El 17 de marzo de 1966, Manuel Fraga Iribarne, ministro español de Información y Turismo, se bañaba en la almeriense playa de Palomares en compañía del embajador norteamericano, Agier Biddle-Duke, seguidos por las cámaras de los fotógrafos, de TVE y del NODO. No se trataba de un baño de placer, sino de la demostración propagandística de que las playas españolas del litoral mediterráneo no padecían contaminación radiactivas. En suma, de contrarrestar la alarma producida por el más grave accidente nuclear que se conoce y que, milagrosamente, se quedó sólo en un susto no demasiado tremendo, gracias a que la implacable censura informativa de Fraga Iribarne hizo que los españoles tuvieran una idea muy confusa sobre lo que realmente ocurrió.
            Desde 1961, Estados Unidos mantenían en el aire las 24 horas del día dos bombarderos B-52 cargados con bombas termo-nucleares para asestar el primer mazazo atómico a la URSS en caso de confrontación. Los aviones necesitaban, por tanto, reabastecerse en el pleno vuelo, operación siempre de cierto riesgo, pero cuyo ejercicio cotidiano durante la Guerra Fría había convertido en rutinario. Estas misiones, dirigidas por el Mando Aéreo Estratégico y denominadas Chrome Dome, consistían en dos aproximaciones diarias a la Unión Soviética. En la primera, que cubría el Ártico, los bombarderos volaban hacia el norte vía Canadá y Groenlandia, y en la segunda, se acercaban por el sur, sobrevolando el Atlántico, España, el Mediterráneo y Turquía. En el caso del Tea 16, que protagonizó el accidente de Palomares, el accidente de Palomares, portaba cuatro bombas de termonucleares de 4/5 megatones cada una, unos 18 megatones en total, lo que significaba un poder destructor equivalente a unas 900 bombas como la lanzada sobre Hiroshima en agosto de 1945. El secreto que envolvió el asunto permitió todo tipo de especulaciones y la potencia barajada ha oscilado desde 1,5 a 25 megatones; fuentes extraoficiales norteamericanas confirman hoy los mencionados 4/5 megatones.

            Los acuerdos hispano-norteamericanos de 1953 habían dado a la España de Franco el respaldo político que precisaba para vertebrarse internacionalmente y, además, ciertas compensaciones económicas no muy generosas y remesas de material militar ya fuera de servicio en el ejército norteamericano. En contrapartida, Estados Unidos conseguía bases militares de gran valor estratégico y un aliado complaciente que no hacía preguntas indiscretas. Gracias a esos acuerdos, los bombarderos estratégicos B-52 sobrevolaban España sin cortapisa de ningún tipo.



En mi opinión:
Pienso que el baño realizado por Fraga no fue más que una pantomima para intentar esconder el peligro de lo ocurrido y asi evitar el temor de la gente, y seguir contando con la amistad de un poderoso país como Estados Unidos.



ALBA  ROJAS  VALERA


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